Según la Organización Mundial de la Salud, Estados Unidos se ubica en la posición 41 entre las 52 naciones en número de muertes por accidentes de tránsito.
En los años ochenta, Estados Unidos estaba a la vanguardia en materia de seguridad al conducir, superando a varios países ricos. Hoy, el porcentaje de muerte por accidente de tránsito en EEUU, por cada 100 mil habitantes, casi duplica el porcentaje de Canadá y Australia, y representa casi tres veces y media la del Reino Unido.
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Más de 37,000 personas murieron por accidentes ocurridos en las carreteras de Estados Unidos en 2016. Esta cifra representa un incremento del 5.6% respecto al año anterior, y es el segundo año consecutivo en el cual aumenta.
Se trata de la segunda causa de muerte accidental en el país, después del consumo excesivo de drogas. Sin embargo, las legislaturas estatales están atrasadas en relación a esta realidad y no toman las medidas necesarias para desacelerar el ritmo de muertes y accidentes, según la información del grupo “Defensor de la Seguridad Vial”.
Sólo seis estados muestran “avances significativos” en pos de adoptar 16 leyes que consideran “esenciales para salvar vidas, evitar lesiones y reducir cuidados médicos y otros costos” señala el informe relativo a las leyes de tránsito estatales de la organización Advocates for Highway and Auto Safety (Defendiendo la Seguridad Vial y Automotriz) en el 2018
Cerca de la mitad del total de automovilistas que murieron en accidentes durante los últimos 5 años no tenían puesto el cinturón de seguridad, y, aún así, 16 estados todavía carecen de regulaciones para reforzar el uso obligatorio de éste.
El número de muertes por conducir bajo los efectos del alcohol está aumentando; pese a ello, 20 estados no han aprobado normativas que requieran alcoholímetros para conductores que, con anterioridad ha sido infractores, y 9 no disponen de leyes para fiscalizar la presencia de una lata o una botella abierta en el auto.
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Aunque el 40% de los motociclistas fallecidos no llevaba casco, más autoridades estatales se niegan a exigir estos medios de protección que aquellos que los imponen.
Si es importante aclarar que 13 leyes de “seguridad básica” fueron aprobadas estatalmente en 2017, según el reporte. En 2015 y 2016 solo habían ocho y cinco leyes de ese tipo, respectivamente.
Los choferes que están pendientes del sonido del teléfono o de los sistemas de entretenimiento y navegación de sus vehículos están complicando la situación.
Las muertes por distracción al volante han crecido en muchos de los estados que aprobaron regulaciones para controlar el número de éstas, ya fuera a través de dispositivos manuales o prohibiciones de mensajes de texto. Según el informe, el modo de hacer cumplir estas leyes ha sido poco rigurosos y fácil de evadir.
Pese a que la distracción con los llamados manos libres podría ser tan peligrosa como utilizando los teléfonos regulares, ninguna autoridad estatal ha vetado el uso de celulares en general.
A esta situación es necesario agregar que las condiciones en carretera podrían ser, incluso más peligrosas de lo que sugiere el reporte, ya que éste no evalúa las leyes de límite de velocidad.
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El número de estados que han subido sus límites de velocidad, ha aumentado recientemente. Nevada es el último en permitir que los choferes lleguen a 80 millas por hora en algunos tramos de las autopistas.
La velocidad, es una de las causas de accidentes mortales más ampliamente reportadas, y podría ser uno de los factores del que más conocimiento tienen los legisladores, según la Junta Nacional de Seguridad del Transporte (NTSB).
Bajar los límites de velocidad pudiera salvar vidas, evidencia la investigación.
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La Junta Nacional de Seguridad del Transporte instó a todos los estados a que revisaran, radicalmente, cómo establecen sus límites de velocidad: “teniendo en cuenta las condiciones de la carretera, el estado de la infraestructura al costado de las vías, el estacionamiento, la presencia de peatones y el historial de accidentes en la zona”, precisó la revista Governing.
Estas recomendaciones son lógicas, habida cuenta que los estados rara vez consideran las condiciones locales al establecer sus límites de velocidad.
Los países europeos han mejorado dramáticamente la seguridad de sus carreteras, obligando al uso del casco y del cinturón de seguridad, reforzando sus límites de velocidad, exigiendo menores concentraciones de alcohol en sangre y configurando un diseño vial más seguro, Estados Unidos, en este sentido ha quedado rezagado.
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